jueves, 14 de junio de 2012

SOCIALISMO PARA EMPRESAS


Lo qué pueden hacer las empresas y el Estado para acabar con la actual crisis es muy distinto de lo que realmente están haciendo, pues estamos bajo un sistema económico cuya política monetaria y fiscal no es imparcial sino que está corrompida por el “Señor de Verde” más conocido como dólar. Los intereses de los distintos agentes son muy distintos, pues mientras los trabajadores nos conformamos con poder sobrevivir llegando a aceptar un deseado puesto de trabajo “mileurista”, los políticos que son nuestros legítimos representantes, elegidos de manera más o menos acertada, están perdiendo credibilidad gracias a los, cada vez más habituales, corruptos que atacan a cara descubierta a nuestro imprescindible Estado del Bienestar. Estos, necesitan ganar las elecciones y no vacilarán en favorecer a las empresas, que no votan pero mal financian los caprichos de los poderosos. Por otro lado, los “altos” ejecutivos caen cada vez más “bajo” al darnos lecciones sobre como vivir nuestra vida cuando no hacen otra cosa que limitarla creando desempleo, pobreza nacional y caos. Tan sólo hay que recordar a los ejecutivos de la famosa “Lehman Brothers” que tras ser la gota que colmó el vaso de la crisis al declararse insolventes por banca rota, fueron premiados con meteóricas cantidades de dinero impronunciables.

Pero no olvidemos que aún hay ideas buenas como implementar la conocida Tasa Tobin que consiste en aplicar una simbólica tasa de entre el 0,05-0,1 % sobre toda transacción financiera de carácter especulativo, sobretodo, la compra de divisas y las operaciones de cambio a corto plazo. También se puede fomentar la banca pública o al menos el ICO (Instituto de Crédito Oficial) que siempre será más eficaz que concederles un préstamo a los bancos para que supuestamente concedan créditos y así rescatarlos de unas pésimas gestiones,  mientras que sus ejecutivos cobran 100 euros la hora. Reactivar los microcréditos o fiscalizar el patrimonio de las clases altas a la vez que introducir nuevos tramos en el IRPF, también son otras ideas puramente socialistas a tener en cuenta.

La Economía de un país no debe basarse ni en el liberalismo capitalista ni en la planificación comunista. Debe de existir una armonía general entre las empresas y el Estado, siempre bajo la lógica de la razón y nunca de los mercados, y por encima de todo, teniendo presente al legítimo dueño de cuanto nos rodea, el CIUDADANO. Y puesto que no se le exige al empresario repartir de forma ecuánime  los beneficios netos que llegase a conseguir su empresa, tampoco se le de debería permitir repartir del mismo modo las pérdidas en las que se incurriera. La solución a esta crisis no puede basarse en el despido masivo y la contratación arbitraria cuando el error reside en el mal político, que favorece lo injusto, o en el mal empresario, que elige una estrategia operativa inadecuada a la hora de contratar excesiva mano de obra mal cualificada y desecharla como un clínex cuando ya no le hace falta, reduciendo de este modo su valioso capital humano. Bastaría con reducir sensiblemente los beneficios brutos anuales o reducir la masa patrimonial si se necesitase liquidez, pero siempre apostando por el factor humano por encima del factor capital. De este modo “lógico” y “razonable” no se castiga a los trabajadores cuando hay pérdidas, pues nunca se les recompensó cuando había beneficios. Además, es teóricamente imposible aumentar los beneficios reduciendo la plantilla, pues esto tan sólo aumenta el desempleo reduciendo drásticamente la demanda, favoreciendo el ahorro y no el consumo, y al final las empresas volverán a tener pérdidas teniendo que despedir de nuevo.

Son estas medidas desproporcionadas y depredadoras las que hacen que se desconfíe de la cada vez más inmóvil clase política y del capitalismo exacerbado representado por las grandes multinacionales, y son las mismas quienes nos alientan a intentar de algún modo caminar por la vía social y del bienestar.

La ideología es difícilmente separable a la hora de tomar las decisiones adecuadas, sobretodo si existe una burocracia supranacional e imperfecta como es el FMI o el Banco Mundial que hacen que los países en vías de desarrollo no terminen de desarrollarse o que países tan distintos y con gobiernos de ideología tan opuesta como son España, Alemania y Estados Unidos no finalicen su etapa de recesión.  Aunque ya se sabe que la crisis desgasta y acaba con el Gobierno que la gestiona, tenga o no la culpa. Y es que los líderes políticos están viendo como su influencia y poder se está mermando y su credibilidad desapareciendo ante un sistema económico dominado por el todopoderoso Mercado.
 

Salvador Díaz Vargas.
Miembro del Grupo Capitolio Rojo.
@salvadv

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