Estamos
en un momento delicado para la Democracia. La Economía se ha abierto paso entre
los políticos y ha pasado de ser un simple instrumento utilizado para aumentar
el bienestar de la sociedad a ser el poder decisorio que da órdenes a la clase
política. Se han vuelto las tornas y se ha sucumbido a la avaricia del dinero.
El que no lo tiene lo necesita, y el que lo tiene, quiere más y no está
dispuesto a darlo, y en estos momentos, ni a prestarlo.
Los
Bancos se han vuelto más ambiciosos y han olvidado su principal función: la de prestar
dinero mediante la concesión de créditos. Ahora, tan sólo prestan al que tiene
para devolverlo, y se lo niegan al que no tiene pero lo necesita. Si el rico,
que posee bienes, propiedades, inversiones en capital financiero y dinero
líquido en distintas cuentas en paraísos fiscales, se le conceden prestamos
para que no pierda valor patrimonial, y el pobre, que no posee nada más que lo
puesto y lo necesita para labrarse un futuro, no se le concede; entonces para
qué necesitamos un banco.
La
palabra “crédito” proviene del latín credere
que significa confiar, en este caso, confiar en la persona a la que se le
concede el crédito. La persona que lo solicita y se le niega es quien realmente
más lo necesita, es a quien más utilidad le puede reportar y es quien más lo
agradece de la manera que mejor sabe, sacando adelante a su familia sin perder
su dignidad y labrándose un futuro con independencia y sin tener que recurrir a
pedir limosna, que es la peor ofensa para un pobre.
La
Unión Europea ha aprobado un plan de rescate de la eurozona inyectando dinero a
las empresas para que creen puestos de trabajo. El método seguido ha sido dar
el dinero tan esperado a los bancos de cada país para que ellos, en su juiciosa
lógica, concedan préstamos a quien más lo necesite. Pero los bancos no ceden ni
un milímetro de terreno. Se niegan a conceder préstamos y cuando lo hacen, es con
unas contraprestaciones abusivas y unos requisitos y avales excesivos. Mientras
tanto, las principales entidades bancarias y financieras, que son las que han
recibido dicha inyección económica, continúan con sus beneficios positivos, sus
sueldos astronómicos y su poder sobre los políticos. Como contestación, Mariano
Rajoy ha reducido los sueldos de los ejecutivos de la banca de manera drástica,
pero aún así, son sueldos estridentes y ofensivos para los millones de
desempleados españoles.
Economista
Miembro Grupo CAPITOLIO ROJO
Militante PSOE-Jódar (Jaén)
@salvadv
salvadv.blogspot.com
¡Exquisita entrada de denuncia! Efectivamente, hemos entrado en un espiral de avaricia y amoralidad difícil de salir. Todo ello, consecuencia de la neoliberal desregulación y la confianza teórica en la hipótesis de los mercados eficientes. En fin, se ha mostrado fracasado el sistema financiero, pero ¿quién va a modificarlo? Es ilógico y, cuando menos, burlesco que el BCE preste dinero al 1% a los bancos, para que luego estos bancos lo presten al 5% presionando, por extensión, a los Estados soberanos en su deuda pública, exigiendo una rentabilidad desproporcionada, en el caso de España la prima de riesgo ronda los 500 puntos y un interés del 7%. Como bien dices, una solución hubiera sido dar el dinero directamente al Estado, pero claro, ¿quién toleraría el efecto expulsión de la banca? Nadie. ¿Estarían dispuestos a dar dinero directamente sabiendo que significa imprimir más billetes y desestabilizar sus obsesivos objetivos de inflación? Creo que no. La situación es complicada, y suscribo tu frase inicial, es un momento delicado para la Democracia.
ResponderEliminarTermino con una cita de Keynes muy reveladora:
“Al mismo tiempo que mejora la organización de los mercados de inversión, aumentan, sin embargo, los riesgos del predominio de la especulación. Los especuladores podrían no resultar perjudiciales si fueran como burbujas dentro de una corriente empresarial estable; lo grave se produce cuando es la empresa la que se convierte en una burbuja en medio del desorden especulativo”